Snowden.
Funcionario de los servicios de inteligencia norteamericanos,
asistente
técnico en la CIA , y, hasta hace tres semanas, en la Agencia Nacional
de Seguridad (NSA), destapa la existencia de Prism, un programa de
ciberespionaje que permitiría ingresar directamente en los servidores de los gigantes de Internet como Google, Facebook, Microsoft, Skype,
Yahoo y Apple, para vigilar mensajes, vídeos o
fotos en el extranjero
con los que encontrar patrones relacionados con actividades terroristas. Esas filtraciones sólo
serían "la punta del iceberg", ya que la NSA dispondría de hasta 20.000
millones de registros telefónicos y correos electrónicos de estadounidenses. Más
tarde, The Guardian revela la
existencia de una orden judicial que
habría permitido a la NSA
acceder
durante tres meses al registro de todas las llamadas telefónicas efectuadas por los clientes del operador
estadounidense Verizon, una de las compañías telefónicas más grandes del país. Un
extremo que demostraría que Obama habría
mantenido el programa de espionaje indiscriminado que lanzó su predecesor tras
los atentados del 11S. Pero, hasta ahora, el objetivo de las órdenes solía ser
investigar a una persona o a un grupo específico durante un tiempo muy concreto,
y no acceder
al registro de todos los clientes de una compañía como Verizon.
Posteriormente, las acusaciones se suceden: los diarios The Washington Post y The
Guardian informan de que la
NSA y el FBI habrían solicitado a nueve gigantes de Internet,
entre ellos Microsoft, Yahoo, Google y Facebook, acceder a sus servidores para
vigilar e interceptar comunicaciones de internautas extranjeros fuera de
Estados Unidos; los servicios británicos de espionaje habrían tenido acceso a los cables
de fibra óptica que transportan las conversaciones por teléfono
e Internet en todo el mundo; las compañías Facebook y Microsoft anuncian que,
en el segundo semestre de 2012, recibieron por parte de agencias
estadounidenses miles de peticiones de
información sobre sus usuarios, y Apple y Yahoo también lo admiten en
días posteriores; el semanario alemán Der
Spiegel revela que la NSA
habría espiado conversaciones de la Unión Europea y de la ONU ; se descubre que
Washington habría espiado a la misión de la UE en Nueva York y a 38 embajadas, entre ellas
las de Francia, Italia y Grecia. Esto da lugar a un conflicto diplomático de
alcance mundial por la repercusión de semejantes revelaciones y la presunta
comisión de múltiples delitos perfectamente tipificados, y por la reclamación
por parte de Estados Unidos de Snowden, que sigue en “tierra de nadie” en el
aeropuerto de Moscú, y las peticiones por parte de éste, todavía no
satisfechas, de asilo político en diversos países.
1984.
La célebre novela de George Orwell (1949) en la que
se describe una distopía (utopía con caracteres negativos) de una sociedad
totalitaria que controla cada uno de los movimientos de sus ciudadanos y
castiga incluso a aquéllos que delinquen con el pensamiento. Orwell parte de su
experiencia con los totalitarismos fascistas y comunistas y de su idea de la Revolución traicionada
para imaginar una sociedad del futuro dominada por un partido único dividido a
su vez en otros dos: Partido Interior y Partido Exterior (cabeza pensante y
brazos ejecutores de la sociedad) y una masa indeterminada de “proles” que
sirven de mano de obra y carne de cañón del estado de perpetua guerra entre esa
Sociedad descrita y las otras dos Potencias similares con las que se ha
repartido el mundo. Una Sociedad autoproclamada igualitaria y sin propiedad
privada, pero, en la práctica, dividida en tres clases: “Altos, Medianos y
Bajos”. La guerra permanente sirve para mantener la cohesión en una Sociedad
caracterizada por el odio, la insensibilidad y la crueldad. Al frente de dicha
Sociedad se encuentra el omnipotente e infalible “Gran Hermano” (trasunto de
Stalin) del que procede toda sabiduría, toda verdad y toda virtud. Nadie lo ha
visto nunca, pero se encuentra en todas partes. Es la concreción con la que el
Partido único se presenta.
En esa Sociedad todos los individuos son controlados
y espiados, mediante “telepantallas” instaladas en todas las instalaciones
públicas y dependencias privadas, que observan y controlan todos los actos
individuales, así como la escucha indiscriminada por medio de micrófonos. La Policía del Pensamiento
escruta las palabras, los gestos, las acciones, y dictamina si lo observado es
contrario a la ortodoxia o en el futuro pueda serlo. Las reglas no están claras
para nadie. La delación permanente es parte del juego. Todos espían y delatan a
todos, inclusive los niños a los padres. Todos los juicios son arbitrarios,
precedidos de confesiones mediante lavados de cerebro. La tergiversación, la
manipulación y la propaganda presiden todos los actos de la vida, inclusive la Historia , que es permanentemente
modificada mediante la manipulación de la memoria y de los anales. Un hecho y
su contrario pueden tener lugar al mismo tiempo: es el “Doblepensar”. El
lenguaje es alterado, deformado, pervertido y amputado para expresar las
necesidades ideológicas y la manipulación mental: es el “Neolenguaje”. De esta
forma, la Sociedad ,
fuertemente jerarquizada y controlada, es dominada permanentemente por los
“Altos” o Partido Interior, y sin posibilidad de modificación.
* * *
Bien, se dirá, ¿qué tiene en común una sociedad
democrática como la de los países occidentales, hoy en día, con la sociedad
descrita en 1984? Bien poco, salvo por la omnipresencia de los medios de
espionaje indiscriminado de los individuos en 1984, y el espionaje a escala mundial que, al parecer, se empieza a
practicar en todos los medios de comunicación actuales. En 1984, las telepantallas y micrófonos omnipresentes, proporcionaban
información de todo el mundo a la
Policía del Pensamiento. Es la tecnología que Orwell atisbó
desde su época. Hoy, es la tecnología de las comunicaciones, la que permite
escuchar y gravar todo lo que los ciudadanos del planeta, desprevenidamente,
han podido manifestar a través de Internet (correo electrónico, redes sociales)
o telefonía. Los Estados, que duda cabe, utilizan y utilizarán esa información
para sus intereses. Actualmente existen algunos, totalitarios, y aún otros con
vocación de serlo, que si se lo proponen pueden llegar a utilizar esa
tecnología para dichos fines. Pero, los democráticos, ¿estarán siempre a salvo
del totalitarismo? En el pasado no lo han estado, y nadie está inmune para el
futuro. Las crisis económicas y las tensiones sociales se han producido y se
producirán. Se añadirán nuevos problemas, la escasez de recursos y la explosión
demográfica, y no sabemos qué respuestas políticas se darán a esos desafíos.
Desde luego, no hará falta leer el pensamiento a nadie, como en 1984. Bastará con leer lo que se ha
dicho para saber lo que se ha pensado.